24 ene 2012

Before Christmas

Comidas, luces, compras, lo mismo años tras año, emocionante sí, pero lo mismo, una de esa costumbres en las que uno cae más por placer que por necesidad, inevitablemente y afortunadamente hay alegría, en el exterior, cuando se filtra desde el ambiente, en el interior, noche a noche en el baño de recuerdos, allí en donde se piensa en lo genial que fue el año y en lo increíble que es que alguien haga tanta falta en un lugar en donde no ha dejado nada de si, y en lo curioso de que todo siga normal como si la ausencia no estuviera; aunque en realidad no se pueda definir qué es lo normal y que sólo se puede percibir cuando se está en una fiesta de aquellas que no son de estos días, de aquellas que no habían existido y de existir fue en historias viejas, en vuelos pasados, porque aquí sólo hay silencio, y en él hay un paseo ligero, pausado, del enojo a la tristeza y de regreso hasta que llega el sueño, y de sueño en sueño se va rompiendo el silencio, se va acortando la distancia, más no hay día sin un amanecer y bajo el sol la ausencia es real, y la falta no está en el lugar sino en el calor de los brazos, en la humedad de los labios y en el brillo de los ojos, pero todo sigue igual porque el hecho de que la tristeza y la alegría se compartan tiempo y espacio se ha vuelto normal.

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