Que
enormes ganas de dejar de crear
y en
consecuencia lentamente dejar de existir,
permitir
que Sabines o Gian Franco
sean
quienes a través de sus poemas
te
recuerden cuan mal estoy sin ti;
maldita
y latente tentación
de
dejar que Morrison u Oceransky
nota tras
nota te hagan oír
que aún
te amo, que sigo amándote;
dejar
que sea una voz ajena
la que
exprese sin miedo lo que llevo dentro
sin mi
miedo…
mientras
yo, volverme una sombra gris,
una de
tantas que recorren la ciudad,
una
mota más a la gran mancha
sin
sueños, sin ilusiones
viviendo
una vida sin vida,
escuchando
música sin sentirla,
leyendo
sin poder imaginar,
escribiendo
poesía sin amar,
olvidando
buscar inspiración
en lo
más oscuro de la noche,
en los
más recóndito del cielo,
en el
brillo de la luna, de tus ojos;
abandonando
por completo el color,
escondiéndolo
en un pequeño rincón de la mente
donde
alguna vez te encerré en literatura
donde
creé un mundo sólo para ti,
allí
donde, sin duda, no existe el gris.