Fui
sólo para buscarte
aún consciente
de que allí no te encontraría,
me
escabullí en silencio
por
miedo a ser llamado loco,
porque
yo bien sé que lo soy;
con el
ishibumi ya en la mochila
pensé
que no había más que hacer
pero
seguí...
podía
sentir el peso,
no el
de la piedra
sino el
del corazón,
el de
este loco corazón,
aún así
seguí
y ahí
cuarenta minutos lejos de todo
sentado
lejos de todos
comprendí
cuan solo estaba
comprendí
cuan vivo estaba
y volé…
era
liviandad,
era
armonía,
era paz,
morí
con el sol cuando lo cubrieron las nubes,
renací
con la lluvia cuando rozó mis mejillas;
sólo
subí con la intención de encontrarte a ti
sin
imaginar siquiera que sería allá
donde
me encontraría a mí…
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