16 abr 2011

Orquesta corporal

Con el transcurso de la vida,
esta simple y sencilla vida,
he aprendido algo valioso:
a decir te quiero
no importa a quien
no importa cuando,
solo basta con que sea sincero
y venga del corazón,
por eso es que lo digo a menudo
por eso es que te lo digo a diario
no me cansare de hacerlo,
y si no le crees a esta lengua
que mucho sabe de la mentira
pero mucho más de la verdad,
escucha a estos ojos
cansados de la triste realidad
que cada que te miran
mueren por romper el silencio
y sin dejar de verte gritar te quiero;
escucha a esta nariz
que imperfecta pero atenta
se acerca lentamente a ti
anhelando la eternidad
para llevar por siempre
tu esencia en el recuerdo;
escucha a estas orejas
grandes y distraídas
que a veces parecen no oírte
pero en el silencio
ese que genera la distancia
guardan el eco de tu voz;
escucha bien a estas manos
ansiosas de trabajo
que a ciegas buscan las tuyas
invidentes ambas
en ese encuentro oscuro
no quieren soltarte;
escucha bien a estos brazos
reprimidos por la pereza
que disfrutan sujetarte
y te susurran quedamente
que desean protegerte,
escucha a esta sonrisa
que imita a la tuya
que sonríe cuando sonríes
y deja de hacerlo
cuando la tuya cesa
por culpa de la nostalgia;
escucha estos labios
resecos por los sueños
esos donde encuentran los tuyos
y despiertan
con la esperanza aquella
de repetir lo nunca ocurrido;
sólo se requiere un poco de atención
para mañana que te diga:
Te quiero
e irremediablemente dudes,
confía entonces en esa orquesta
que no es de tambores ni trompetas,
porque a tu lado
me desarmo,
me convierto en sentidos
y a través de ellos,
porque yo soy ellos
y ellos son todo yo,
a través de ellos te quiero.

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